Hidalgo atraviesa su peor tragedia reciente. Las fuertes lluvias, provocadas por la vaguada monzónica, dejaron comunidades de la entidad arrasadas, familias desplazadas y vidas truncadas. Sin embargo, mientras el pueblo lucha, hay quienes parecieran jugar en otra liga: Jesús Martínez y el Grupo Pachuca, conocidos por su “orgullo hidalguense”, permanecen en un silencio ensordecedor.
Grupo Pachuca: Expertos en aparecer… pero solo cuando conviene
Ah, el famoso Grupo Pachuca, ese que presume compromiso social y valores deportivos. Cuando hay beneficios de por medio, como la condonación de deudas del Estadio Hidalgo, ahí sí aparecen. Pero cuando se trata de tender una mano a los hidalguenses en desgracia…no se les encuentran tan fácilmente. Ni colectas, ni donaciones, ni un mensaje de aliento. Nada.
Es casi poético: el club que se ha beneficiado del estado durante décadas, decide “desaparecer” justo cuando Hidalgo más los necesita. Un acto de solidaridad invisible, al estilo Houdini.

La verdadera solidaridad viene del pueblo
Mientras los poderosos se esconden tras un muro de discursos, la solidaridad genuina viene de la gente común. Vecinos, familias y amigos que, con lo poco que tienen, ayudan a quienes lo perdieron todo. Compartir sin reflectores ni selfies. Esa es la solidaridad que cuenta.
Y aquí es donde lo chistoso se hace evidente: mientras el Grupo Pachuca guarda silencio, la comunidad demuestra que se puede ayudar sin ser millonario ni tener estadio propio.
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Oportunidades perdidas para ayudar
El partido del 22 de octubre contra Tigres, duelo que tuvo estadio lleno, hubiera sido la oportunidad perfecta para demostrar empatía: entradas a cambio de víveres, donativos para damnificados, o incluso convertir el recinto en un centro de acopio. Un gesto mínimo, simbólico, coherente… y sobre todo, humano.
Pero no ocurrió. La taquilla pesó más que la tragedia. El negocio más que el compromiso. Mientras Hidalgo lucha por levantarse, Jesús Martínez viaja cómodamente en España, atendiendo sus intereses en el Real Oviedo, lejos del desastre que él mismo ha disfrutado beneficiándose de Hidalgo.

Hidalgo necesita acción, no discursos
Hoy, Hidalgo no necesita goles ni discursos bonitos. Necesita acción, empatía y responsabilidad social. Y en ese marcador, el Grupo Pachuca ya perdió por default. La lección es clara: la verdadera grandeza no se mide por títulos en el fútbol, sino por la capacidad de estar del lado de quienes más lo necesitan.
Porque mientras algunos se llenan la boca con “orgullo hidalguense”, la historia y el pueblo recordarán quién apareció y quién se hizo invisible.