El Tuzobús enfrenta una de las etapas más complejas desde su creación, marcada por fallas operativas, descontento social y una creciente presión ciudadana para transformar el sistema. Sin embargo, la crisis del Tuzobús no es reciente: responde a un modelo de transporte que nació con deficiencias estructurales, implementado sin un diagnóstico integral de movilidad ni una consulta efectiva con la población.
Un modelo de transporte mal planeado desde su origen
El sistema fue puesto en marcha durante el sexenio del exgobernador Francisco Olvera, con la promesa de modernizar el transporte público en Pachuca y su zona metropolitana. No obstante, la eliminación de rutas tradicionales provocó afectaciones directas a colonias enteras, obligando a trasbordos forzados, recorridos más largos y un incremento en los costos y tiempos de traslado para las personas usuarias.
Deficiencias operativas que nunca se corrigieron
Desde el inicio de operaciones se documentaron quejas por largas esperas, unidades saturadas, estaciones insuficientes y una frecuencia de paso que no responde a la demanda real. Lejos de corregirse, estas fallas se profundizaron con el paso de los años ante la falta de ajustes de fondo al diseño original del sistema y una planeación reactiva en lugar de preventiva.
Deterioro de unidades y afectaciones sociales
Actualmente, uno de los problemas más graves es el deterioro del parque vehicular, consecuencia del abandono en el mantenimiento preventivo y correctivo. La reducción de unidades en operación ha incrementado la saturación en horas pico, afectando principalmente a trabajadores, estudiantes y personas de bajos ingresos que dependen del Tuzobús para su movilidad diaria.