La política migratoria en Estados Unidos ha dado un preocupante giro autoritario tras la publicación oficial, por parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) bajo la administración de Donald Trump, de un cartel que insta a los ciudadanos a denunciar a migrantes indocumentados como “invasores extranjeros”.
Difundido a través de la red social X , el mensaje utiliza un diseño gráfico agresivo y nacionalista: la figura del Tío Sam apuntando al lector con la leyenda: “Ayuda a tu país y ayúdate a ti mismo. Denuncia a todos los invasores extranjeros”, acompañado de una línea directa al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Lo que ha encendido alarmas entre organizaciones de derechos humanos es el origen y el tono del mensaje: el cartel fue adaptado de una pieza creada por un usuario conocido como Mr. Robert, identificado por medios especializados en extremismo digital como un supremacista blanco, que ya había promovido campañas para reportar a personas “ilegales” y que ha calificado a Trump como “la gran esperanza blanca”. El usuario celebró la difusión del cartel por parte de la autoridad federal, asegurando sentirse orgulloso y deseoso de que el propio Trump “le eche un vistazo”.
Expertos: “Una deriva hacia el fascismo”
Las reacciones no se hicieron esperar. El abogado especializado en derechos migratorios, Aaron Reichlin-Melnick, advirtió en X: “Este país está en serios problemas. Estoy profundamente preocupado por la continuidad de todo lo que nos hizo grandes: el Estado de derecho, la igualdad de derechos y una administración pública profesional”.
Sam Worthington, exdirector ejecutivo de la influyente red de ONG InterAction, fue aún más directo al calificar la campaña como “una variante estadounidense del fascismo del siglo XXI”, donde los migrantes son convertidos en “chivos expiatorios al servicio del miedo”.
Más allá del mensaje gráfico, el contexto general agrava la preocupación. La administración Trump ha reforzado la militarización en ciudades santuario como Los Ángeles, desplegando unidades de la Guardia Nacional, mientras se reportan redadas masivas en barrios con alta presencia de migrantes en ciudades como Chicago, Nueva York y Houston.
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Impacto político, legal y social
Esta nueva fase de la política antiinmigrante no solo ha dividido a la opinión pública, sino que también ha desatado un debate jurídico de alto nivel. Grupos legales ya evalúan si la difusión de un cartel oficial basado en un contenido de origen supremacista podría violar normativas de derechos civiles, promover el vigilantismo ilegal o incluso incentivar delitos de odio.
Además, expertos advierten sobre los efectos colaterales de este tipo de retórica: normalización de la xenofobia, deterioro de la confianza ciudadana en las instituciones y estigmatización colectiva de comunidades latinas, asiáticas y africanas, muchas de las cuales tienen presencia documentada pero se verán afectadas por una atmósfera de sospecha y hostilidad.
Elecciones y retórica nacionalista
La medida llega en un momento clave del segundo mandato de Donald Trump, quien ha mantenido la migración como uno de los ejes centrales de su discurso político. A meses de las elecciones legislativas, analistas ven esta campaña como un intento de reavivar el fervor nacionalista de su base electoral, aunque a costa de tensar aún más el tejido social estadounidense.
Mientras tanto, organizaciones defensoras de los derechos humanos han convocado movilizaciones y exigido al Congreso que investigue la legalidad de este tipo de campañas financiadas con recursos públicos.
“Esto no es solo una política de inmigración, es una declaración ideológica que busca redibujar los límites de quién merece ser llamado estadounidense”, concluyó el académico y activista Dr. Yahir Soto del Migration Policy Institute.
En una nación que históricamente se ha definido como refugio para quienes buscan una nueva vida, el nuevo cartel oficial plantea una inquietante pregunta: ¿Quiénes son los verdaderos invasores en una democracia que parece cerrarse sobre sí misma?
