La Fitur 2025 mostró el camino y 2026 pedirá orden, enfoque y resultados

En enero se cumplirá un año de mi participación en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) 2025, por eso escribo desde la experiencia y con la franqueza que exige el momento. Este fue un evento de gran tamaño y altos números: 255 mil asistentes, y eso, en una feria internacional, no es un dato menor, es una llamada directa a tomar decisiones con seriedad. La edición de 2025 mantuvo sus secciones temáticas, puso sobre la mesa el tema de los cruceros con atención ambiental y concentró buena parte de la conversación en el uso de inteligencia artificial (IA) dentro de la gestión de viajes, que más que un adorno discursivo, ocupó paneles, debates y reflexiones que otros países siguieron con interés real, no por cortesía diplomática.

México, hay que reconocerlo, entendió el tamaño del evento. Presentó el pabellón más amplio y visualmente atractivo de toda la Feria, con la participación de 21 estados y más de 90 empresas; los foros empresariales se centraron en turismo sustentable y accesible; y se firmaron convenios relevantes con ONU Turismo, Canapat, Ifema y BBVA, todos orientados a la promoción turística y a prácticas responsables.

Algunos estados entendieron el objetivo y lo trabajaron con disciplina. Yucatán, Chihuahua, Nuevo León, Guanajuato y Jalisco supieron usar el escaparate. Llevaron narrativa clara, oferta definida y capacidad de interlocución. Otros, en cambio, desperdiciaron tiempo y recursos en reuniones estériles, agendas infladas y fotografías para el archivo. En una Feria de este tamaño, el amateurismo se paga caro y le pasa factura a todo el país. Cuando un estado falla, no se afecta solo a sí mismo: reduce el impacto nacional y debilita la expectativa de crecimiento en visitantes.

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En 2026, México será país socio de la Fitur y esto no es cortesía institucional, es una responsabilidad mayor. Este acuerdo permitirá exhibir riqueza cultural, natural y gastronómica dentro del recinto de Ifema, así como en Madrid y otras ciudades europeas.

El futuro inmediato exigirá orden, foco y resultados medibles. Con la Fitur 2026 y la Copa Mundial de la FIFA en el calendario, México tendrá los ojos del turismo internacional encima. No habrá margen para improvisaciones ni para delegaciones que confundan presencia con efectividad. Los estados que en 2025 apostaron por reuniones sin contenido deberán corregir o quedarse atrás porque el turismo no crece con discursos complacientes ni con agendas sociales, crece con producto, estrategia y capacidad de ejecución.

México llegará a 2026 con una oportunidad clara. Aprovecharla dependerá de entender que este tipo de ferias no premian la buena intención, sino la preparación real, y eso, guste o no, exige decisiones firmes.

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