Movimiento “incel” y la atracción de jóvenes vulnerables

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En México, la conversación sobre la soledad y el rechazo en la juventud ha cobrado fuerza tras el caso del estudiante del CCH-Sur asesinado por un compañero identificado como integrante de un grupo “incel”.

Este término, derivado del inglés “célibe involuntario”, describe a personas, en su mayoría hombres jóvenes, que expresan frustración ante la imposibilidad de entablar relaciones afectivas o sexuales. Sin embargo, bajo esa etiqueta, también se agrupan discursos que justifican la violencia contra las mujeres y otros hombres.

Comunidades digitales y vulnerabilidad emocional

De acuerdo con especialistas, muchos de los jóvenes que se acercan a estos espacios comparten experiencias de aislamiento, depresión o ansiedad. Han vivido burlas, exclusión o fracasos en sus vínculos afectivos. Y al no encontrar acompañamiento en su entorno cercano, buscan refugio en foros que prometen comprensión.

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No obstante, esa aparente empatía se transforma en un terreno fértil para la radicalización. Ahí se normalizan expresiones de odio, resentimiento y deseos de venganza, tanto contra mujeres como contra otros hombres.

Los expertos señalan dos consecuencias graves: por un lado, la reproducción de discursos que fomentan la violencia misógina y la deshumanización. Por otro, la profundización de pensamientos autodestructivos, que pueden llevar a considerar el suicidio como única salida ante el sufrimiento emocional.

Fuente: Freepik

Una respuesta urgente desde lo comunitario a los grupos “incel”

Frente a este panorama, psicólogos y especialistas en juventudes subrayan la necesidad de crear espacios seguros, reales y digitales, donde los jóvenes puedan hablar de sus malestares sin miedo a ser juzgados. Reconocer la salud mental como un tema central y fomentar redes de apoyo que promuevan el respeto y la empatía podría evitar que más adolescentes encuentren validación en ideologías de odio.

La expansión de discursos “incel” refleja carencias emocionales y un reto social: acompañar a una generación que necesita sentirse escuchada antes de buscar consuelo en comunidades que los empujan hacia la violencia.

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