El gobierno de Estados Unidos dio un nuevo paso en su política exterior hacia América Latina al incluir al Cártel de Los Soles en su lista de organizaciones terroristas. Las autoridades estadounidenses vinculan directamente a ese grupo con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y lo señalan como pieza principal en el fortalecimiento de alianzas criminales que cruzan fronteras.
De acuerdo con una publicación realizada por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Maduro estaría apoyando y colaborando activamente con el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa.
La declaración, publicada brevemente en X antes de ser eliminada, describe a Maduro como “dictador” y lo acusa de utilizar el narcotráfico como un mecanismo para lucrar a costa de vidas estadounidenses y generar inestabilidad en la región.
Aunque el Departamento de Estado no respondió de forma oficial a la publicación, el mensaje refleja el endurecimiento de la postura de Washington frente a un gobierno al que considera ilegítimo desde las recientes elecciones.
Un nuevo frente de conflicto diplomático
La elección presidencial venezolana de julio de 2024 generó fricciones desde su inicio. Mientras los organismos oficiales del país sudamericano proclamaron la victoria de Maduro, el gobierno de Donald Trump cuestionó la transparencia del proceso e insistió en la falta de garantías democráticas.
Desde entonces, las relaciones bilaterales se han tensado aún más, especialmente tras la renovación de sanciones económicas y el fortalecimiento de medidas contra altos funcionarios venezolanos.
Por su parte, Maduro ha rechazado en reiteradas ocasiones los señalamientos del gobierno estadounidense, acusándolo de interferencia y de construir una narrativa basada en intereses políticos. También ha reiterado que el verdadero problema se encuentra en el consumo masivo de drogas en Estados Unidos, al que considera el motor del narcotráfico regional.
Este nuevo episodio deja en evidencia el entramado de intereses cruzados entre gobiernos, redes delictivas y bloques ideológicos en América Latina, así como el intento de Washington por contener el avance de estructuras criminales que han superado las fronteras nacionales.