A solo días del inicio del cónclave que definirá al sucesor de Papa Francisco, el cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y uno de los más cercanos colaboradores del pontífice argentino, ha dado un paso clave en el proceso al proponer oficialmente al maltés Mario Grech como candidato para ocupar el trono de San Pedro. Esta es la primera postulación formal anunciada públicamente, en el marco de las reuniones previas a la votación, que comenzará el próximo 7 de mayo.
Mario Grech, de 68 años, actualmente es secretario general del Sínodo de los Obispos, y su figura es vista como un fiel continuador del proyecto sinodal impulsado por el Papa Francisco desde 2021. Su nominación ha sido recibida positivamente en los sectores reformistas de la Iglesia, quienes ven en él a un defensor de una Iglesia más abierta a la participación de laicos y mujeres, además de ser más sensible a los desafíos sociales contemporáneos. Esta visión se alinea con las reformas que Bergoglio comenzó a implementar hace años, y cuya continuidad será clave para los cardenales electores.
Jean-Claude Hollerich, jesuita como Francisco, fue uno de los principales impulsores de la visión eclesial que se centró en el diálogo, la inclusión y la corresponsabilidad. En este sentido, su respaldo a Grech no es casual. El cardenal luxemburgués busca garantizar que el próximo Papa siga el rumbo reformista que marcó el pontificado de Bergoglio, un legado que, para muchos, representa el futuro de la Iglesia.
Un cónclave histórico: 135 cardenales electores
Este cónclave será el más grande de la historia de la Iglesia, con 135 cardenales electores, un número récord. Para la elección de un nuevo Papa se necesitan al menos 89 votos, lo que equivale a dos tercios del total de los electores. Las primeras sesiones del cónclave servirán para medir las fuerzas de los distintos candidatos, entre los que se mencionan también al cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén, opción que los sectores conservadores siguen evaluando.
El cónclave se desarrollará en medio de una gran expectativa mundial. Los cardenales se encuentran actualmente en un período de discusiones previas al cónclave, en las que se exploran las necesidades futuras de la Iglesia y los rasgos que debe tener el próximo Papa para guiarla en tiempos de cambio. La fumata blanca, que anunciará al mundo la elección del nuevo Papa, podría verse tan pronto como el jueves 8 de mayo, si el consenso entre los electores se mantiene fuerte. Este tipo de rapidez en la elección se interpreta como una señal de unidad en la Iglesia, un factor crucial en este momento de transición.
La instalación de la chimenea: un paso simbólico
Mientras tanto, los preparativos para el cónclave se han acelerado con la instalación de la chimenea sobre la Capilla Sixtina, un símbolo clave en el proceso de elección papal. Los bomberos del Vaticano instalaron la chimenea en el tejado del edificio, y será la encargada de anunciar al mundo el resultado de las votaciones.
Cada vez que se realiza una votación, las papeletas de los cardenales se queman en un horno especial. Si no hay acuerdo, el humo será negro, indicando que no se ha elegido al Papa. Si se ha alcanzado el consenso, el humo será blanco, anunciando la elección del nuevo pontífice.
Cónclave y consultas previas: preparando el camino para el nuevo liderazgo
Los cardenales ya han llegado al Vaticano y, mientras esperan el inicio del cónclave, participan en consultas informales y misas de los Novendiales —días de luto por el Papa Francisco. Aunque los cardenales mayores de 80 años no pueden votar, su participación en estos debates es crucial, ya que han escuchado informes sobre la situación financiera del Vaticano y han tenido oportunidad de discutir las prioridades para el futuro.
El proceso hacia la elección del nuevo Papa está marcado por la búsqueda de continuidad en los principios de Francisco. Sin embargo, la resistencia de los sectores tradicionalistas podría influir en el proceso. A pesar de las dificultades, Mario Grech emerge como la figura que sintetiza el legado de Francisco y el deseo de una Iglesia que continúa su marcha junto al pueblo.