El 2 de octubre se conmemoran 57 años de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México. Ese día de 1968, el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar conocido como Batallón Olimpia abrieron fuego contra una movilización pacífica convocada por el Consejo Nacional de Huelga (CNH). El hecho, que dejó un número indeterminado de muertos y desaparecidos, ocurrió en el marco de la preparación para los Juegos Olímpicos, en medio de un clima de represión y control político.
De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), los meses previos al 2 de octubre estuvieron marcados por detenciones ilegales, persecuciones y una estrategia de vigilancia que buscaba sofocar el movimiento estudiantil. Aunque el presidente Gustavo Díaz Ordaz negó la participación de grupos militares en la represión, los testimonios y documentos posteriores confirmaron la presencia del Batallón Olimpia, identificado por los guantes blancos que portaban sus integrantes.

¿Qué pedían los estudiantes en 1968?
El movimiento estudiantil de 1968 exigía cambios políticos y sociales que reflejaban el descontento con un régimen autoritario. Entre sus demandas estaban la liberación de presos políticos, la derogación del artículo 145 del Código Penal Federal —utilizado para acusar de disolución social—, la desaparición del cuerpo de granaderos y la indemnización a las familias de las víctimas de la violencia estatal.
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El CNH estaba integrado por alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Escuela Normal de Maestros, la Universidad Iberoamericana, el Colegio de México, la Universidad La Salle, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y la Escuela de Agricultura de Chapingo. Su organización permitió que el movimiento alcanzara resonancia nacional y que maestros, intelectuales y trabajadores se sumaran a las protestas.

Un movimiento que cambió la historia
El movimiento comenzó el 23 de julio de 1968, cuando una pelea en el centro de la capital derivó en una intervención violenta de granaderos contra estudiantes del IPN y la UNAM. La represión provocó que las escuelas se declararan en huelga y que miles de jóvenes se movilizaran durante 146 días. Las marchas y mítines se convirtieron en un punto de quiebre para el régimen, al visibilizar el autoritarismo y las limitaciones de la libertad de expresión en México.
La renuncia del rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, tras la invasión militar a Ciudad Universitaria, evidenció la magnitud del conflicto. El 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas, la convocatoria a una marcha terminó en tragedia cuando soldados y francotiradores abrieron fuego. Hasta hoy, las cifras exactas de muertos, heridos y desaparecidos permanecen sin esclarecer.


El 2 de octubre se ha convertido en un símbolo de memoria y justicia en México. Cada año, miles de personas marchan en Ciudad de México y en otras ciudades para recordar a las víctimas y subrayar que el reclamo de verdad sigue vigente.