El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó un diagnóstico sobre la economía mexicana, la segunda mayor de América Latina. El organismo anticipa un periodo de desaceleración para este año, con una expansión estimada en apenas un 1%, seguido de una recuperación moderada que llevaría el crecimiento al 1.5% en 2026.
Este pronóstico sitúa a México en una fase de expectativas contenidas, marcada por factores fiscales, monetarios y comerciales.
La proyección para 2025 representa una notable reducción en comparación con el crecimiento de 1.2% registrado en 2024. Según una misión del FMI que visitó el país a finales de agosto, esta desaceleración responde a una unión de elementos.
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La consolidación fiscal junto con una política de tasas de interés que se mantiene restrictiva, y las persistentes tensiones comerciales con Estados Unidos, actúan como lastres para el consumo interno y la inversión privada.
El organismo internacional enfatizó la necesidad de que México avance en una reducción más profunda de su déficit presupuestario. Esta medida, según el FMI, es fundamental para evitar un incremento desmedido de la deuda pública y, a su vez, generar el espacio fiscal necesario para reaccionar ante eventuales crisis futuras.

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El camino hacia el éxito a largo plazo de la economía mexicana
Más allá de las variables cíclicas, el informe del FMI subraya que el progreso económico sostenible de México depende de reformas estructurales. Existen algunas propuestas para impulsar la productividad y el potencial de crecimiento a futuro. Estas son el cierre de la brecha de infraestructura y una integración más profunda con sus socios comerciales globales.
El desempeño de la economía mexicana, por lo tanto, se debate entre los ajustes de corto plazo y la imperiosa necesidad de cimentar bases más sólidas para su desarrollo.