La salud mental enfrenta una crisis sin precedentes a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas padecen algún tipo de trastorno mental, lo que equivale a una de cada siete personas en el mundo.
Entre los padecimientos más comunes destacan la ansiedad, la depresión y otros trastornos de larga duración, que ya son considerados un problema de salud pública global. La magnitud de este fenómeno impacta directamente en la calidad de vida, la productividad laboral y la economía mundial.
Trastornos mentales: Segunda causa de discapacidad prolongada
Los informes más recientes de la OMS señalan que los trastornos mentales son la segunda causa principal de discapacidad prolongada. Esto se traduce en pérdidas económicas significativas: se estima que los costos indirectos por falta de atención a la salud mental alcanzan un billón de dólares anuales.
A pesar de esta magnitud, apenas el 2 % de los presupuestos públicos de salud se destina a la atención de trastornos mentales. En los países de ingresos bajos y medios, la situación es aún más crítica, con menos de un especialista en salud mental por cada 100,000 habitantes, limitando el acceso a servicios básicos.
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Mortalidad y suicidio: Cifras alarmantes
La falta de atención y recursos también se refleja en las cifras de mortalidad. En 2021 se registraron 727,000 muertes por suicidio, consolidándose como una de las principales causas de fallecimiento entre jóvenes. La reducción de estas cifras es insuficiente para alcanzar la meta de disminuir en un tercio los suicidios antes de 2030, planteada por los organismos internacionales.
La OMS alerta que la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales son esenciales no solo para salvar vidas, sino también para reducir el impacto social y económico de la crisis de salud mental.
Llamado a la acción: Inversión y programas de apoyo
Ante este panorama, la OMS exhorta a los gobiernos a aumentar la inversión en programas de prevención, atención y apoyo psicológico. Los trastornos mentales afectan a individuos, familias y comunidades, y representan un reto estructural para los sistemas de salud en todo el mundo.
La organización enfatiza que la salud mental debe ser una prioridad en las agendas nacionales de salud, con enfoque en prevención del suicidio, acceso a tratamiento especializado y apoyo a la población vulnerable.