La reciente fuga del ciudadano chino Zhi Dong Zhang, acusado de lavar dinero para cárteles mexicanos y de traficar fentanilo, ha encendido las alertas en el marco de las negociaciones de seguridad entre la presidenta Claudia Sheinbaum y su homólogo estadounidense Donald Trump. El suceso, ampliamente documentado por The Wall Street Journal, pone de relieve la presión internacional que enfrenta México para demostrar resultados concretos en el combate al crimen organizado.
Aunque la mandataria mexicana ha apostado por una estrategia de cooperación sin intervención extranjera, los últimos acontecimientos han reforzado el discurso de Trump, quien insiste en una respuesta más agresiva contra los cárteles, incluso con propuestas de acciones militares unilaterales.
Un escape simbólico: Zhi Dong Zhang y la debilidad institucional
Zhang, investigado por lavar más de 150 millones de dólares y traficar fentanilo, metanfetaminas y cocaína a Estados Unidos, logró escapar del arresto domiciliario en el que se encontraba mientras esperaba su extradición. Lo hizo, según fuentes citadas por el Journal, “a través de un agujero en la pared” de una casa custodiada por la Guardia Nacional.
Este episodio no solo exhibe la fragilidad del sistema judicial mexicano, sino que ha generado una crisis diplomática con Washington. Según el reportaje, la presidenta Sheinbaum se habría mostrado molesta públicamente por la decisión del juez que otorgó el beneficio de la detención domiciliaria al acusado extranjero, lo que revela fracturas internas en la lucha anticrimen.
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Trump endurece tono y exige resultados inmediatos
El presidente estadounidense, quien ha centrado parte de su discurso electoral en la crisis del fentanilo, ha señalado reiteradamente que México no hace lo suficiente para frenar el flujo de drogas hacia su país. En su visión, la captura fallida de Zhang es apenas un ejemplo más de lo que llama “inacción sistemática” de las autoridades mexicanas.
Desde Washington, Trump y su gabinete han dejado claro que cualquier avance en temas comerciales o de cooperación económica estará condicionado a resultados visibles en materia de seguridad. Incluso, no han descartado el uso de tecnología militar como drones para eliminar laboratorios clandestinos o capturar objetivos de alto perfil, en caso de que México no logre contener la violencia y el tráfico de sustancias.
Sheinbaum camina sobre una cuerda diplomática
Por su parte, Claudia Sheinbaum busca mantener el control nacional sobre la estrategia de seguridad, consciente de que permitir intervención extranjera en suelo mexicano tendría un costo político interno elevado. Su propuesta apuesta por reforzar las capacidades institucionales y modernizar los esquemas de inteligencia, pero reconoce —según The Wall Street Journal— la necesidad de mostrar resultados a corto plazo.
Además, la mandataria mexicana intenta preservar la relación comercial con Estados Unidos, vital para la economía nacional, sin convertir la seguridad en una moneda de cambio. No obstante, los recientes eventos podrían complicar su margen de maniobra.
Una agenda binacional marcada por el fentanilo y el poder de los cárteles
El crimen transnacional y la proliferación de drogas sintéticas como el fentanilo se han convertido en el eje central de la relación México-Estados Unidos. Mientras en territorio estadounidense mueren miles de personas cada año por sobredosis, en México el poder de los cárteles sigue infiltrando estructuras gubernamentales, como lo evidencia la fuga de Zhang.
La presión va en aumento: Estados Unidos exige contundencia, mientras que México intenta conservar su soberanía sin romper los puentes de cooperación.