Un nuevo capítulo en los interminables aranceles de Donald Trump contra el mundo, pero esta vez le toca al cobre y sus derivados, que tendrán un gravamen del 50%.
Esta medida sigue a las amenazas que ha hecho desde que comenzó su segundo periodo presidencial a inicios de 2025. Desde entonces reactiva una agenda de proteccionismo económico al imponer una serie de aranceles dirigidos a sectores clave de importación.
Desde febrero, Trump comenzó a endurecer su discurso contra países que, en su visión, “se aprovechan de la apertura comercial estadounidense”. Uno de los primeros sectores afectados fue el automotriz, donde el mandatario propuso aranceles del 35% a los vehículos ensamblados fuera de Estados Unidos, particularmente en México. Aunque esta medida no ha sido formalizada, funcionarios mexicanos y empresas del sector ya han advertido sobre los riesgos de desinversión y encarecimiento de productos.
En los meses siguientes, el gobierno estadounidense continuó ampliando su lista de productos gravados. En mayo, Trump anunció un paquete de tarifas sobre bienes agrícolas y electrónicos provenientes de países que no firmaran nuevos acuerdos bilaterales “justos”.
La medida más reciente se dio el 30 de julio, cuando Trump firmó una orden ejecutiva que impone aranceles globales del 50% a las importaciones de cobre y sus derivados. Aunque productos como cátodos y minerales quedaron exentos, deberán cumplir con un nuevo requisito de contenido nacional del 25%.
Si bien esta medida no se dirige exclusivamente a México, afecta de manera indirecta a su industria minera, una de las principales proveedoras de cobre a Estados Unidos.
El decreto que firmó Donald Trump de los aranceles globales al acero advierte sobre futuras fases en las que podría ampliarse la lista de productos gravados. Estos incluyen posiblemente el cobre refinado, aunque no se especificaron fechas ni montos para dichos incrementos.