La historia de la protección institucional a un operador del crimen organizado en Tabasco comienza con una decisión personal de Adán Augusto López Hernández. En 2018, aún como gobernador electo, recibió información precisa de que su amigo Hernán Bermúdez Requena aparecía en las bases de datos de inteligencia como una persona ligada a actividades delictivas. No se trató de rumores ni suposiciones: los datos eran oficiales y verificables.
En lugar de investigar o mantener distancia, Adán Augusto cerró la puerta al grupo de consultores que le entregó el diagnóstico y se alineó con Bermúdez. En diciembre de ese mismo año, le entregó las riendas de la Secretaría de Seguridad Pública del estado. Bermúdez, lejos de frenar al crimen, lo utilizó como plataforma para asentar a La Barredora, una organización que desde entonces ha sembrado terror en el estado.

Una administración cruzada por la impunidad
Durante su paso por la administración estatal, Bermúdez construyó una red delictiva con recursos y cobertura institucional. Su círculo cercano, integrado también por el diputado Jaime Lastra Bastar y su hermano Humberto, empresario en la construcción, operó como un grupo cerrado que mantuvo el control político, económico y criminal en Tabasco.
Aunque las evidencias en su contra crecían, Adán Augusto nunca dio señales de actuar. Incluso en octubre de 2022, ya como secretario de Gobernación, lo defendió públicamente desde Palacio Nacional como un “hombre honesto”. Para entonces, documentos filtrados por Guacamaya Leaks ya confirmaban su vínculo con el tráfico de personas y el robo de hidrocarburos.
Carlos Merino, quien asumió el gobierno interino de Tabasco, también intentó removerlo. No lo logró. Los intentos por separarlo derivaron en violencia callejera y asesinatos. Bermúdez renunció hasta enero de 2024, pocos meses antes del cierre del sexenio. Un año después desapareció. Hoy está prófugo y es buscado por la Interpol. Pero el mayor responsable político de su ascenso y permanencia sigue en funciones: Adán Augusto López Hernández.