Los ladridos constantes de los perros pueden ser una fuente de incomodidad, especialmente cuando afectan la tranquilidad de los vecinos. En Guanajuato, un caso reciente involucró a un Husky Siberiano cuyas constantes molestias generaron una disputa legal.
El Tribunal de Justicia de Guanajuato sancionó al dueño de la mascota debido a que el ruido interrumpía el descanso y rendimiento escolar de un menor. Aunque inicialmente el dueño del perro ganó el juicio, la apelación del demandante resultó en una resolución que reconoció el impacto negativo del ruido.
Este caso pone de relieve una pregunta relevante para la Ciudad de México: ¿qué sucede si se da una situación similar en la capital?
¿Qué establece la ley en la CDMX?
En la CDMX, los vecinos tienen la posibilidad de presentar quejas ante los Jueces Cívicos, quienes son responsables de manejar estos conflictos. Según la Ley de Cultura Cívica y la Ley de Protección Animal, los Jueces Cívicos pueden intervenir en casos donde el ruido de los perros interrumpa la paz de la comunidad.
En edificios bajo régimen de condominio, el reglamento interno debe ser revisado antes de llevar el caso a la instancia cívica.
Si el ruido persiste y se comprueba que afecta la tranquilidad de otros, el dueño del perro podría ser multado. Las sanciones pueden variar entre $750 y $3,000 pesos, dependiendo de la gravedad del problema.
Ladridos molestos de perros para los vecinos: responsabilidad de los dueños y medidas preventivas
Además de las implicaciones legales, los dueños de mascotas tienen la responsabilidad de evitar que los ladridos de sus perros se conviertan en un problema para la comunidad. Las causas más comunes de los ladridos excesivos incluyen la ansiedad, el miedo o la falta de ejercicio. Para prevenir conflictos, es muy importante proporcionarles actividades físicas y mentales adecuadas, además de un entrenamiento específico.
Algunos consejos prácticos incluyen mantener un ambiente tranquilo, reforzar la seguridad del perro con caricias y premios, evitar el castigo y fomentar el ejercicio físico. Si el problema persiste, es recomendable consultar a un especialista en comportamiento animal, quien podrá brindar soluciones para mejorar la convivencia.
En resumen, tanto la ley como la responsabilidad de los dueños juegan un papel principal para evitar que los ladridos de perros afecten la paz vecinal en la Ciudad de México.