Se reportó un derrame de formol en el Hospital para la Niñez Poblana, lo que provocó alarma entre usuarios y personal médico.
Mientras algunos señalan que fue un accidente, otros lo consideraron la consecuencia de recortes en mantenimiento o capacitación. La Secretaría de Salud no emitió explicación clara ni anunció auditoría técnica.
La duda pública es evidente: si un hospital infantil no garantiza seguridad química, ¿qué nivel de confiabilidad puede ofrecer?